12 de mayo de 2011

XV

Y ahora… ¿Quién soy sin ti? Tumbada en la cama, sin capacidad de moverme hacia la ventana para buscar en la oscuridad de la noche el monasterio de Santa Clara en el que yaces en paz eterno… ¿Qué valgo encerrada en la torre, abandonada por mi familia…? Yo, Juana – ¡REINA DE CASTILLA! O quizá, mejor dicho… ¿la loca?
Pero no… ¡No estoy loca! Ahora lo veo con mucha claridad. Estoy enferma, eso es cierto… pero la razón no me abandonó. Les abandonó a todos los que me intentaron alejar de lo bueno que me trajo el destino: de la satisfacción de reinar, de ti – mi único amor, y al final… ¡de mis hijos!
Lo recuerdo bien… Catalina, mi hija querida, la que se quedó conmigo cuando otros me dejaron marchitar en soledad… ¡Me la robaron! La más pequeña, quería estar con su madre pero ellos… consideraban que estaba infeliz conmigo. ¡Qué injusticia! La tomaron, aunque les rodeaba tanta gente… A mí me dejaron ignorando mi dolor…
¡La robó nuestro hijo! Nuestro hijo, Felipe… Carlos, el gran Emperador y… un secuestrador. Ahora, veo su mirada mentirosa cuando vino a explicarme por qué… ¿Por qué me robó a mi pequeña hija?
***
Me siento tan sola… Te extraño, Felipe…
Dicen… dicen que pierdo razón… que me despierto gritando nombres en el medio de la noche. ¿Creen que soy una loca? ¿Es posible que me consideren así? ¿A mí? ¿Reina de España?
¿Pero quién lo dice? Veo a gente cerca de mí… Hay un cura con una cruz de hierro. Me rodearon rezando y cantando canciones religiosas. “Está loca” – les acompaña un murmullo. Estoy loca, Felipe, y lo que me enloqueció es la vida. La que ahora pasa ante mi tan rápido como en un lapso de ver tu última sonrisa antes de la muerte.

Y quizá todo sea un sueño… ¡una pesadilla! ¿Me despertaré en tus brazos?