20 de febrero de 2011

V

No puedo parar de rememorar esos momentos de éxtasis contigo durante aquella noche... Entonces abrigué esperanzas de que sería la única mujer en tu vida, aunque cundían los rumores de que eras un mujeriego enorme. La atracción física entre nosotros fue muy intensa, no nos dejó esperar más con la boda. Lo que en principio fue sólo la conveniencia política, terminó siendo por pasión. Tanto te deseaba, Felipe, ¡amor mío! Y la ceremonia…lo recuerdo perfectamente y nunca olvidaré. El 21 de agosto de 1496, en Lille ¿recuerdas? Se acerca el aniversario de ese día, lo cual me hizo la mujer más feliz del mundo. En aquel momento…


Desde el principio de nuestro matrimonio nos controlaban a nosotros mis padres, cuya inquietud no les dejaba confiarme totalmente. Pero los matrimonios de nuestros hermanos también tenían verdaderos problemas graves. Mi hermana Isabel fue casada con un príncipe portugués, Manuel, que murió 5 años después de la boda. Los reyes efectuaban la política matrimonial con mucha curiosidad de ahí que casaran mi hermano Juan con tu hermana Margarita de Austria. Desgraciadamente Juan murió 6 años después de la boda por demasiada actividad sexual de su esposa joven. Lo que más, tu hermana murió mientras daba a luz el niño, Miguel, que también acabó su vida en la edad de 2 años. ¡Qué injusticia del Dios!


Quizás mis padres quisieran mejor estado para mí y por eso se metían tanto en nuestra vida matrimonial. Enviaron a mí un cura, Tomás de Matienzo, para que se enterara de todo. Recuerdo que ya sabía el motivo de su visita y no le confiaba, era hosca a él. Intentaba ocultar nuestros problemas, cariño, los trataba como temporales. Estaba en embarazo avanzado con la esperanza de mejores relaciones futuras. Nuestras noches comunes me iluminaban la oscura vida cotidiana. El cura me visitó unas veces y escribió unas cartas a mis padres. ¿Qué escribió? Ni idea, pero me impulsaba que también lo hiciera yo. No sentía necesidad. Eché, además, unos confesores que me visitaron a mí. Y el nacimiento de nuestra hija, Leonora…desde ese momento algo cambió en mi alma…Ocurrí a Tomás el problema financiero y matrimonial, empecé a ser más religiosa. Pero las fiestas que organizabas… el esplendor, embriaguez… yo, creciendo en un ambiente severo y modesto no pude encontrarme en una vida así.


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