Como ganamos el poder en las Coronas de Castilla y de Aragón, nuestra llegada fue indispensable. Los Cortes tuvieron que reconocernos como los sucesores del trono del imperio de mis padres. Pero no pudimos ponernos en camino enseguida, porque por tercera vez iba a dar a luz un fruto de nuestro amor, Felipe.
Isabel, como la llamamos a en el honor de su abuela, nació en junio del año 1501. Era una niña admirable, pero no tuve la oportunidad de estar mucho tiempo a su lado. Isabel pasó la infancia en el corte de su querida tía, Margarita, en Malinas. Después de obtener la educación apropiada, la casamos con Cristián II de Dinamarca. Algún tiempo después me enteré de que no era feliz, pobrecita mía. La vi por la última vez cuando mi hija tenía cinco años. Su prematura muerte nos separó para siempre...
En octubre empezamos el viaje a la Corona. Francia y nuestro país firmaron un tratado de paz y en este tiempo pudimos cruzar el territorio, que casi siempre nos consideraba como enemigos.
El rey francés, Luis XII, nos recibió muy amablemente. Era obvio que quería quedar con nosotros en buenas relaciones. Tú, mi marido, eras un buen amigo de Francia, lo que siempre te producía dificultades, especialmente en contacto con mi padre. Como conde de Flandes podías formar parte del parmalento francés.Mientras estábamos en Francia tuviste mucho placer de todo lo que nos organizaba Luis, todos los bailes, las cazas y fiestas... Yo prefería quedarme en la sombra para no inquietar demasiado a mi padre.
Por fin al principio del año 1502 comenzamos el camino de nuevo. En la ciudad de Fuenterrabía pasamos la frontera híspanica. Nos recibieron ahí con mucho esplendor. Mi corazón se alegraba tanto como no lo había hecho desde muchísimo tiempo.El día 7 de mayo llegamos a Toledo, donde nos esperaban mis padres, Isabel y Fernando.
mi hija Isabel