29 de marzo de 2011

X


Era una tortura la vida contigo, Felipe. A menudo no me dejabas salir ni comunicarme con la gente española. Al principio las preguntas que me hacía a mi misma quedaban sin ninguna respuesta, pero luego todo se aclaró en mi mente:¡Te fascinaba el poder, Felipe! Te parecía que lo conseguirías haciéndoles a todos que creyeran en mi locura. 

En esa época, mi padre decidió casarse otra vez. Germaine de Foix, era el nombre de aquella princesa francesa.¿Ya se curaron las heridas dolorosas causadas por la muerte de mi querida madre? ¿De verdad era mi padre capaz de enamorarse de otra mujer? No lo sé… Tal vez estuviera pensando en el futuro de Aragón. Esperaría que su esposa le diera un descendiente que, tras su muerte, tomaría el trono y reinaría a los aragoneses. Más tarde me enteré de que el matrimonio había producido mucho desorden entre la población. Se oía a gente decir que era una traición de Castilla y de mi fallecida madre, reina Isabel. 

La desesperación llenó todo mi corazón y no me dejaba pensar en lo político. Tú, Felipe, te ocupaste de ello… Como resultó después, demasiado… 

Yo estaba esperando a nuestro quinto hijo. No me prestabas la atención ni siquiera en esa época tan difícil. Me sentía abandonada y sola en este mundo enorme… A la niñita nuestra, a la que yo había dado a luz en el año 1505, la llamamos María. El corazón de la madre que debía estar caliente se quedó frío y vacío. 
En noviembre de ese mismo año, sin informarme de nada, firmaste con mi padre un acuerdo en el que el poder de la Corona fue dividido entre nosotros. Íbamos a reinar en Castilla, León y Granada y mi padre nos iba a acompañar como el regente. En aquel documento insidioso, que firmaste con tu propia mano, hablastéis de mi supuesta locura…

Germaine de Foix

No hay comentarios:

Publicar un comentario